Homenaje


Por Martín Bauer


Bajo el lema "Palabras y Música. Algo, sobre lo que es inútil hablar, pero imposible callar." se organiza este homenaje al maestro Guerberof 12 de mayo a las 21 en el teatro El Cubo.
Hace casi un año murió Miguel Guerberof, maestro y amigo personal por más de treinta años. Fueron muchos sus discípulos, sus colegas, sus compañeros y amigos quienes seguramente tendrían algo para decir en una ocasión como esta, porque Miguel, entre otras cosas, no pasaba sin trascendencia por la vida de nadie.Por mi parte, entre tantos recuerdos, anécdotas, frases… rescato los últimos trabajos juntos: “Manchas en el Silencio”, “An Alphabet” y “Palabras y Música”, la obra que hoy elegimos para recordarlo.La estrenamos en noviembre de 2003 en la sala Cunill Cabanellas en el marco del ciclo de conciertos de música contemporánea. En aquella ocasión, igual que ahora, participaron Pablo Seijo y Santiago Santero junto a un grupo de músicos de Austria.
La invitación a Luis Ziembrowski para que en esta oportunidad haga el personaje que aquella vez representó Miguel, tiene la lógica que impone el recuerdo cuando ocurren estos aniversarios: Miguel fue su primer maestro de teatro, y Luis tuvo una singular manera de ser fiel a esas enseñanzas a lo largo de todos estos años dedicados al teatro.Más que un homenaje, un recuerdo. Y sobre todo, un enorme agradecimiento.Esta obra que presentamos juntos hace cinco años, representa cabalmente el amor de Miguel por el teatro, por la literatura, por la música, por la cultura, por la vida y también, una manera muy singular de hacerlo saber y compartirlo.
Algo, sobre lo que es inútil hablar, pero imposible callar.
Martín Bauer es músico y compositor. Es director de la Fundación CEAMC y del ciclo de conciertos de música contemporánea del Teatro San Martín. Fue director del Centro de Experimentación del Teatro Colón entre Septiembre del 2002 y Diciembre del 2007. Su última producción se orienta hacia el teatro musical y la ópera contemporánea tanto como puestista como compositor habiéndose presentado sus trabajos en nuestro país y en el extranjero.Santiago Santero es compositor, director musical y docente. Su producción como compositor reúne una serie de obras de cámara y escénicas. Como docente desarrolla una intensa actividad. En la actualidad se desempeña como profesor en el Instituto Universitario Nacional del Arte y en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata. Como director ha realizado conciertos en el Ciclo de Música Contemporánea del Teatro San Martín al frente de solistas de primer nivel internacional y estrenos de obras de compositores argentinos y latinoamericanos, como así también clásicos del siglo XX.Luis Ziembrowski es actor de amplia trayectoria en cine, teatro y televisión.Comenzó a trabajar a mediados de la década del '80 y muy rápidamente se destacó por sus trabajos en teatro tanto en el Teatro San Martín donde protagonizó numerosas obras como en el teatro experimental donde se destacó con el grupo La Pista 4 ó 1500 metros sobre el nivel de Jack, de Federico Leon.En cine participó en películas como El delantal de Lili, La vida por Perón, Más que un hombre, Tatuado y Un Buda, entre tantas otras.Actualmente trabaja en la obra Codicia y en el programa de televisión La Lola.Pablo Seijo es actor, director y docente.Se formó con Ricardo Bartís en el estudio Sportivo Teatral, quien además lo dirigió en Teatro Proletario de Cámara, sobre textos de Osvaldo Lamborghini, y en La última cinta magnética, de Samuel Beckett. También se destacan: Raspando la cruz, de Rafael Spregelburd, El malogrado, de Martín Bauer, Nadar perrito, de Reto Finger, con dirección de Andrea Garrote y Arroyo Malo, obra que escribió junto a Santiago Traverso y Eduardo Peaguda. Actualmente trabaja en La paranoia, de Rafael Spregelburd y en Adela está cazando patos, de Maruja Bustamante. En cine protagonizó Ártico, de Santiago Loza.
ACERCA DE PALABRAS Y MÚSICA:
Es conocida la pasión de Samuel Beckett por la música. No sólo era un pianista dotado y un concurrente asiduo a las salas de conciertos, sino también alguien preocupado e interesado por la construcción de la música. En 1937, en una carta dirigida a su amigo Axel Kaun, Beckett le transmite su necesidad de llevar al campo de la literatura lo que la música ya había logrado incorporar como parte de su lenguaje: pausas y silencios. Beckett fue interesándose progresivamente tanto por el sonido y el ritmo de las palabras como por lo que ellas significaban.Personajes como Winnie, Krapp o Vladimir, cantan. Al avanzar su producción, muchos de ellos están inmóviles o con serias dificultades para moverse, y en algunos casos, son tan sólo una voz. Su escritura musical aparece claramente en Watt, una novela de 1944, y atraviesa toda su producción hasta culminar en Quad, quizás su obra más enigmática. Beckett define a la musica como perfectamente inteligible y absolutamente inexplicable. En sus piezas la música siempre es una presencia autónoma, y misteriosa, pero siempre integrada. Nunca una ruptura.
Con el tiempo, la música en su obra fue refiriéndose cada vez más a sí misma hasta transformarse en un material puro.
En Palabras y Música, esta preocupación por lo musical adquiere una dimensión singular: transforma a la música en un personaje. Una idea sencilla pero genial, que lo lleva a fungir como un compositor que debe imaginar para la música un comportamiento que refleje la relación con los otros personajes de la obra. Aparecen así las precisas instrucciones con las que Beckett guía el trabajo del compositor real, quien debe finalmente escribir la música.
El crítico George Wellworth observa: “Ninguna de las obras de Beckett sigue la ortodoxia literaria”. Lo mismo podría decirse acerca de Morton Feldman aquel cuya música se encuentra más cercana a la obra del escritor irlandés. Feldman fue tan frugal y elíptico con la música como Beckett con las palabras. Y, como ocurre con el escritor, nada sobra en sus trabajos. Cada nota parece puesta para cobrar un gran significado.La pieza radiofónica Palabras y Música fue escrita en 1962 y tuvo un estreno fallido. La música que había compuesto para esa oportunidad John Beckett, primo del escritor, no satisfizo a ninguno de los dos. Cuando en 1977 Morton Feldman estrenó en Roma la ópera Neither, sobre un texto de Samuel Beckett, éste último propuso a Feldman como el compositor ideal para una nueva versión de Palabras y Música, que se estrenaría en 1987.
La obra requería breves y aforísticos comentarios musicales, lo que resultó un gran desafío para el compositor que, por aquellos días, se embarcaba en la composición de obras extremadamente extensas. Después de casi un año de trabajo, Feldman culminó la partitura, consistente en treinta y tres fragmentos escritos para un ensamble de dos flautas, trío de cuerdas, piano y vibráfono. Fue uno de sus últimos trabajos antes de su muerte, en 1987. El resultado de este trabajo es sensiblemente distinto al de las obras de su última época. Una música particularmente dirigida y compacta, como si se pusiera en un pequeño envase a esas grandes superficies sonoras características de sus últimas producciones. El sonido delicado y los sutiles cambios de color son inmediatamente reconocidos. Pero en esta pieza hay también una inmensa retórica, que subordina su instinto musical a lo que el poderoso sentido dramático de Beckett pide con bastante precisión en la obra. Palabras y Música se desdobla y se desarrolla con maravillosa claridad. En este punto, es oportuno recordar –en palabras de Feldman- su encuentro con Beckett, a propósito del pedido de un texto que finalmente sería el libreto de la obra Neither:
“Cuando me encontré con Beckett y le comenté que tenía una comisión de la Opera de Roma, y que quería hacer algo con alguno de sus textos, él me comentó que odiaba la ópera…
`Yo también´, le respondí,- ´raramente voy a la ópera´. -´Además, me dijo él, - no me imagino mis palabras puestas en música´
Y yo le respondí algo que era absolutamente cierto: que si bien había escrito bastante música vocal, en ninguna de las obras se pronunciaba palabra alguna…
-´Entonces, ¿qué es lo que usted quiere hacer?´-, me preguntó Beckett.
Le respondí: ´No tengo la menor idea´…”.

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